Hoy en día el juego casual se ha movido plenamente al móvil, pero si tenéis ya cierta edad seguro que echáis de menos algunas consolas antiguas en las que los píxeles todavía tenían que abrir paso a los primeros polígonos. Afortunadamente, existen los emuladores que nos permiten recuperar esos juegos.
1. Out Run
Un emulador no puede competir con algo tan increíble como aquel mueble de recreativa con forma de coche deportivo con asiento volante y palanca de cambios, pero jugar a Out Run sigue siendo un placer. Conducir a doscientos por hora junto al mar con esa musicaza de fondo es una experiencia comparable a la de muchos juegos indie actuales que ponen el acento en la contemplación. Y como buen arcade que es, los piques infinitos en el contrarreloj están garantizados.
2. Street Fighter II
No es fácil hacer hadokens y shoryukens con el teclado del ordenador, pero si eres capaz de organizar un torneo clandestino de Street Fighter II en la oficina seguro que no tienes ningún problema para dominar los combos del juego. De todos modos, este tótem de los juegos de guantazos también se presta a unas partidas furtivas en solitario.
3. Pac-Man Plus
El 3 de julio de 1999, Billy Mitchell firmó la primera partida perfecta de Pac-Man. El hombre conocido como ‘El jugador del siglo’ tardó seis horas en pasarse los 255 niveles del juego con la máxima puntuación posible y sin perder vidas. La compañía Namco llegó a entregarle un diploma en el que aseguraban conocía el juego mejor que sus creadores. Desde entonces, sólo un puñado de personas ha igualado esta hazaña. En Archive.org tienes gratis el material para convertirte en el Jugador del Milenio. Escribe tu nombre en la Historia.
4. Tetris
Muy pocos puzles hipnotizan y atrapan al jugador como el Tetris. Al jugarlo entras en una especie de trance, una realidad paralela en la que estás solo con los tetrominos. Tus dedos, tu cabeza y el juego son una sola cosa. Es el juego zen definitivo.
5. Mario Bros
En Mario Bros. controlamos al Mario fontanero, al que limpiaba tuberías, al que no conocía a la princesa Peach ni las setas mágicas. Un héroe de la clase obrera.
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